¿Por qué no cambiamos? Porque nos comportamos como espectadores ante las nuevas enseñanzas, como receptores pasivos de una información, pero no hacemos el esfuerzo de la construcción de un nuevo conocimiento. Solo se aprende cuando se desea cambiar.
Quizás ahora no entiendas muy bien el motivo de estas recomendaciones, pero a lo largo de nuestra conversación espero que sí. Tú eres, en el fondo y si lo deseas, mi genuino interlocutor, y espero poder resolver todos tus interrogantes.
De mí depende el motivarte externamente exponiéndote mi experiencia de forma amena y asequible, y eso espero. En tu corazón se encuentra la motivación interna: querer aprender una nueva forma de hacer lectio divina. Pero no debes olvidar que es imprescindible la realización de una serie de operaciones: recibir, comprender y practicar.
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